viernes 28 de agosto de 2009

Ovni sobre la Base Militar La Joya (Arequipa-Perú)



(Piloto Óscar Santa María Huertas)

Por Nefe¹_metah

Aquel 11 de abril de 1980 nada hacía presagiar lo que los miembros del ejército peruano tendrían ante sus ojos, sobre la mismísima base de La Joya, En Arequipa (Perú).

El día se alzaba espléndido. Eran las 7:15 am cuando el comandante Óscar Santa María Huertas recibe instrucciones de despegar en su sukhoi-22 y averiguar las intenciones que un extraño objeto que sobrevolaba cerca de la base, justo al final de la pista de aterrizaje.

Los 1800 hombres que se encontraban en la base en aquellos momentos pensaron que el artefacto era un avión enemigo realizando maniobras de espionaje. Pero nada de esto se ajustó a la realidad de los hechos.

El piloto, en un vuelo raudo, se acercó cada vez más al extraño artefacto que sobrevolaba las inmediaciones del área militar. Óscar es alertado desde la torre de control sobre la peligrosidad del objeto y recibió órdenes de acabar con el “intruso”. Disparó una ráfaga de 64 obuses de 30 milímetros esperando que el objeto se destruya al instante. Para sorpresa del piloto, el objeto, luego de recibir directamente la carga bélica, no sufrió daño alguno. Había “absorbido” una gran cantidad de obuses, esquivando con sagacidad los otros. El objeto seguía en el aire.

Segundos después el objeto empezó un frenético ascenso. El avezado piloto, por más que forzó su avión al máximo, no logró darle alcance. El sukhoi-22 perseguía al objeto “intruso” en ascenso casi vertical a 11.000 metros de altura, cuando el objeto se detuvo de improviso. Óscar, viendo una nueva oportunidad de ataque, decide dispararle nuevamente, pero, para nueva sorpresa, el objeto experimenta un ascenso súbito, quedando fuera de la mira del caza. El objeto nuevamente se detiene y, nuestro protagonista intenta un nuevo ataque, pero se repitió la escena: ascenso súbito. Y así… se dio una tercera oportunidad con resultados negativos para Óscar.

En esos momentos el piloto decide acelerar hasta supersónico. Cuando llegó a sobrepasar al objeto pudo percatarse de que “aquello” lo seguía de cerca y de pronto se detiene y queda en estado estacionario. Óscar, con un combustible insuficiente y alarmante, decide ver contra que se estaba enfrentando y ahí es cuando las sorpresas se dispararon:

El objeto era similar a un globo o cúpula crema, con una base ancha de metal que brillaba con el sol; tendría unos 10 metros de altura por 10 metros de ancho; no tenía ventanas ni antenas ni nada característico de una nave tradicional y aerodinámica.

El objeto nuevamente experimenta un repentino ascenso, y, nuestro sagaz piloto, decide alcanzarlo. Ascienden hasta los 19.000 metros, esto era ya muy peligroso tomando en cuenta que Óscar había superado el límite permitido para el vuelo en su caza, de seguir así habría muerto.

Viendo ésto, Óscar decide regresar a la base. Su combustible estaba a punto de agotarse y el desastre inminente se presagiaba.

Decide descender y regresar a tierra, pero el temor ante lo desconocido seguía calando hondo en la mente de Óscar. El pensaba que al darle la espalda al objeto, éste lo atacaría. El objeto tenía toda la ventaja sobre el sukhoi-22 tripulado por este sagaz piloto, de haber querido eliminar al caza, el “intruso” lo habría hecho en segundos, quizá en un tiempo menor. Las capacidades del artefacto desconocido eran muy superiores a las de cualquier avión militar terrestre.

Hay un dato adicional que vale la pena sacar a colación: En todo el tiempo en el que se realizó la persecución del objeto, los radares jamás lograron detectarlo en pantalla. El objeto permanecía invisible.

La estremecedora experiencia duró 21 minutos. Todos los miembros de la base La Joya quedaron impresionados ante los sucesos que han venido siguiendo de cerca gracias a este valiente piloto, que no dudó en arriesgar su vida en el cumplimiento de su deber.

Ya en tierra y reunido con un grupo de expertos y el personal de inteligencia, se sometió a un análisis exhaustivo al objeto. Se trató de catalogarlo, según sus maniobras de vuelo, con alguna nave de combate conocida, pero los resultados alentadores no se hicieron llegar. Aquel objeto no era de fabricación humana. Era “algo” totalmente fuera de este mundo.

Según un grupo de expertos a los que se dio conocer el caso, ningún avión conocido puede experimentar “tirones” como los que efectuaba este objeto. Tampoco hay nave conocida que, desde un punto muerto o desde un estado estacionario, acelere hasta miles de km/h en centésimas de segundo, peor aún que experimente frenadas repentinas y en “seco” y sus ocupantes no resulten aplastados por las imperantes fuerzas G de la naturaleza. Algo que esta nave lo hacía sin dudar y sin posteriores consecuencias. El aparato y sus tripulantes estaban capacitados para esos movimientos desconcertantes.

Como suele ocurrir luego de un suceso de esta magnitud, la orden de silencio para Óscar fue lanzada por la FAP (Fuerza Aérea Peruana) para evitar la intromisión de investigadores, periodistas y personal civil en general en el asunto. La orden fue levantada en el año 2002 y así Óscar pudo sacar a la luz tan intrigante caso.